El límite está en que yo sienta miedo
Hace 24h publiqué un mensaje abriéndome en canal, hablando de cómo me sentí hace 4 años y medio cuando a un directorcillo de cine le dio por «hacerse el gracioso» y como me sentía ayer, ante el nombramiento de un concejal de cultura a quien le parecía gracioso reírse de la SHOAH, del genocidio judio.
Hoy, ese mensaje ha sido visto por muchos y algunos me habéis prestado vuestro apoyo. Lamentablemente, no todos me entendieron o han querido entenderme. Quizás sea que me explico fatal.
Llevo 39 años viviendo muy protegido. ¿He sufrido ataques por ser judio? Si, pero no como mi amiga Estrella, a quien unos neonazis atacaron. He sufrido ataques por ser marica? Si, pero no como muchos amigos, que han sufrido bullying extremo en el colegio o han visto como sus familias les obligaban incluso a recibir electroshocks para «corregirles». Incluso alguno se ha reído de mí por ser epiléptico. Pero siempre he tenido una familia, amigos, con los que me he sentido protegido, a los que me he aferrado para tirar palante y mirar a la vida con una sonrisa (o con el mal genio que algunos decís que tengo)
Además, siempre me he sentido protegido por las instituciones. Siempre he estado seguro que mi país y mi ciudad nunca dejarían que nada me sucediera. Aunque se hiciera poco, algo se hace cada año para recordar la SHOAH y que no caiga en el olvido.
Hoy no estoy seguro de nada de todo eso. Si al responsable de cultura de mi Madrid esto le resulta gracioso, cuáles serán sus primeras medida? Por otro lado, he visto como algunos conocidos, incluso algunos amigos, defensores de esta nueva alcaldesa, han respondido con un vulgar «y tú más» y me han echado en cara a la alcaldesa de Villalba (deplorable y también criticada) o a los nazis de Hogar social Ramiro Ledesma, o también han pretendido justificar las bobadas de este señor, escudándose en la libertad de expresión, el humor negro, la libertad y la tolerancia.
Pero mientras hacían esto, nadie se preocupaba en pensar en aquellos de quienes el susodicho dice reírse: nosotros los judios, y especialmente aquellos que murieron incinerados después de ser gaseados. Los que quedamos somos responsables de mantener el recuerdo de los que faltan y sobre todo, de defender que se les respete.
Llevo hoy todo el día acordándome de una mujer de pelo canoso, piel blanca, labios siempre muy rojos, que conocí en una silla de ruedas y acompañada de una bombona de oxígeno: Violeta Friedman. Violeta es una de esas personas a quienes nuestra sociedad nunca estará suficientemente agradecida por lo que luchó por hacer de este país un sitio mejor. Dedicó sus últimos años a luchar contra el infame Leon Degrell y por la modificación del código penal.
Violeta, tú recuerdo no se me borra de la mente y hoy te tengo más presente que nunca. En su momento te dejaste la piel porque nosotros pudiéramos vivir más seguros. Ni tú ni tu recuerdo os merecéis esto.
Veremos que pasa mañana. Por lo pronto hoy comparto lo que siento y firmo en esta petición de Change para que el «chiste» tenga consecuencias.
Por cierto, Irene Villa se ha reído del tweet y le hace mucha gracia. Violeta no puede reírse. Sus padres tampoco. Marta del Castillo tampoco. No nos riamos de ellos…